Una de las cosas que compruebo con frecuencia en mi práctica clínica es que, todavía, en pleno siglo XXI, nos cuesta hablar de sexo. Aún hay dificultades para sacar el tema, que se sigue soslayando, tanto por parte de los profesionales sanitarios -que se sienten incómodos y temen hablar de ello como si fuera una invasión en la intimidad ajena- como de los pacientes, que se sienten inhibidos al hablar de un tema que, en muchos casos, aún se considera tabú.
Pero si estamos hablando de dolor, tenemos que hablar de sexo.