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Recomendaciones sobre el metamizol, un viejo conocido 4.67/5 (231)

Este otoño tras conocerse la muerte de diez turistas británicos que había tomado metamizol nos ha parecido oportuno actualizar en nuestra web la información de este analgésico para insistir en su uso vigilado. Aunque como repetimos frecuentemente por aquí no hay medicamentos buenos o malos y su seguridad depende del uso correcto que de ellos hagamos.

¿Qué es el metamizol?

El metamizol -conocido también como dipirona- es un analgésico y antipirético comercializado desde hace más de 50 años en nuestro país con diferentes nombres comerciales. El más conocido “Nolotil” aunque puedes encontrar el metamizol genérico en cápsulas, ampollas inyectables o supositorios. También está presente en otros fármacos como la buscapina (metamizol sódico).

metamizol nolotil

Se ha utilizado de forma frecuente para el tratamiento del dolor agudo (por ejemplo, post-traumático), dolor de tipo cólico y dolor de origen tumoral. También se utiliza en los casos de fiebre alta que no responda a otros antitérmicos.

¿Qué precauciones debo de tener si tomo metamizol?

Cuando consultamos la ficha técnica y el prospecto del metamizol ya se nos recuerda de forma clara: “no tome metamizol si su médico no le ha recetado este medicamento”.

Estas son las advertencias que debemos tener antes de tomar metamizol y por las que debemos de consultar a nuestro profesional sanitario de referencia:

  • Si hemos tenido previamente reacciones alérgicas al metamizol u otros derivados de la familia.
  • Si previamente tras su uso ha aparecido una disminución del número de neutrófilos o granulocitos (un tipo de glóbulos blancos en sangre).
  • Si hemos presentado síntomas de asma, rinitis o urticaria (habones en la piel que pueden producir picor) después de la administración de ácido acetilsalicílico, paracetamol o antinflamatorios no esteroideos, ya que puede existir sensibilidad cruzada.
  • Si somos enfermos con porfiria aguda intermitente o si padecemos deficiencia genética de glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa.
  • Si con anterioridad hemos sufrido alteraciones de la función de la médula ósea; por ejemplo, después de recibir quimioterapia o si hemos tenido enfermedades en la sangre (leucemia, p. ej.).
  • Si estamos en el tercer trimestre del embarazo.

¿Qué efectos secundarios o adversos pueden aparecer con el consumo de metamizol?

Los efectos secundarios del metamizol pueden ser más o menos frecuentes en la población. Por ejemplo, un efecto adverso frecuente (puede afectar hasta uno de cada 10 pacientes) es la hipotensión (disminución de la presión arterial), generalmente poco sintomática y reversible en poco tiempo.

Los efectos adversos muy raros son los que pueden afectar hasta uno de cada 10.000 pacientes. Dentro de este grupo estarían las reacciones cutáneas en las que aparecen vesículas o ampollas (necrólisis tóxica epidérmica, síndrome de Stevens-Johnson), problemas renales, como la inflamación del riñón (nefritis intersticial), y la agranulocitosis o neutropenia (que puede producir la muerte por infecciones graves).

En la agranulocitosis o neutropenia (una muy grave “bajada de defensas”) se produce un descenso de un tipo glóbulos blancos que combaten las infecciones producidas por microorganismos. Por eso estos pacientes están más propensos a presentar infecciones graves y sepsis.

Las personas con más riesgo de presentar neutropenia son las mayores y las que ya tienen algún problema en su sistema inmunológico. Y aunque no hay estudios concluyentes, hay indicios para sospechar que las personas procedentes de países del norte de Europa tienen una mayor sensibilidad al metamizol que las mediterráneas o latinoamericanas.

Algunas publicaciones han ido alertando sobre ello con estudios descriptivos sobre casos de agranulocitosis en turistas del norte de Europa que han tomado el fármaco en España o Latinoamérica. Aunque se desconoce su origen, se considera una reacción de tipo inmunológico. Sin embargo, con la información disponible en la actualidad, no se puede confirmar ni descartar aún un mayor riesgo en poblaciones o etnias específicas.

Tras conocerse la noticia de la muerte de turistas británicos por neutropenia, y al detectarse un importante aumento del consumo de este fármaco en nuestro país, la Agencia Española de Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) sacó una nota informativa advirtiendo sobre el METAMIZOL Y RIESGO DE AGRANULOCITOSIS (30 de octubre de 2018)

Sus mensajes más destacados son:

  1. Utilizar metamizol para tratamientos de corta duración. Si es necesario un tratamiento prolongado, realizar análisis de sangre vigilando granulocitos.
  2. Antes de prescribir metamizol, llevar a cabo una entrevista detallada con el paciente para evitar su uso si se detectan factores de riesgo de agranulocitosis (p. ej., pacientes con leucemia).
  3. No utilizar metamizol en pacientes en los que no sea posible realizar controles (p. ej. población flotante, “turistas”).
  4. El metamizol solo se debe vender con receta médica.

El metamizol es un fármaco seguro y con amplia experiencia de uso, pero no debemos consumirlo de forma libre, sin prescripción y sin un adecuado seguimiento.

Los medicamentos no siempre son necesarios. La creencia en la recuperación siempre lo es. (Norman Cousins)

Si quieres saber más sobre el metamizol y la agranulocitosis te recomendamos que leas el post de Boticaria Garcia.

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Dra Raquel Carrillo

Raquel Carrillo Gómez es médico especialista en Medicina Interna. Ha trabajado en varios hospitales en Madrid y actualmente ejerce en el hospital público Gregorio Marañón. Su actividad se centra fundamentalmente en el paciente hospitalizado con patología infecciosa y en el paciente crónico complejo desde una visión global del enfermo. "Entiendo la medicina como la unión inseparable de humanidades y ciencia..."

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