Las plantas de las que se obtiene el cannabis son conocidas desde la antigüedad. Ya sea por sus propiedades físicas o químicas han sido cultivadas desde hace 8.000 años para diferentes usos humanos.
La fibra vegetal obtenida de la planta se denomina cáñamo y es útil para la producción de papel o tela. Adicionalmente, las semillas son ricas en ácidos grasos y poseen un alto contenido nutricional siendo consideradas “superalimento”.
La principal diferencia entre las plantas consideradas cáñamo industrial y las de cannabis es su contenido en productos químicos orgánicos que tienen efecto sobre nuestro organismo.
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El cannabis, por su contenido en ciertos alcaloides, se ha usado desde la antigüedad con finalidades medicinales y religiosas.
Hay evidencias de este uso en las antiguas culturas china, india, árabe y griega entre otras. Los efectos embriagadores del cannabis se usaron con finalidades religiosas y con uso terapéutico para aliviar la gota, el reumatismo, la malaria y dolores de diverso origen entre otras indicaciones.
Los mismos escritos que describieron su uso beneficioso relatan cómo su administración excesiva podría ocasionar efectos negativos sobre la salud, por lo que aconsejaban su uso con precaución.

El cannabis medicinal (CM) entró en la medicina occidental hacia el siglo XVIII para el alivio de múltiples síntomas. Durante prácticamente un siglo, el CM se encontraba entre las opciones terapéuticas de la sociedad médica para alivio de dolores menstruales, histeria, reumatismos y muchas otras indicaciones.
Paralelamente, su uso recreativo también se popularizó, creando simultáneamente una alarma social entre las clases dirigentes.
A principios del siglo XX el cannabis pasó a considerarse una substancia de abuso y su producción, comercialización y consumo para uso recreativo y medicinal fue prohibido.
Una forma de entender mejor el papel del cannabis en nuestra historia es compararlo con el uso del opio al que se asemeja de forma muy clara.
Al igual que el opio, el cannabis proviene de una planta conocida de la humanidad desde tiempos ancestros.
Estas dos plantas (las del cannabis y las amapolas reales) contienen productos químicos con diversos efectos sobre el organismo (la marihuana y el opio respectivamente).
Los efectos psicotrópicos sobre el sistema nervioso de estas plantas se han usado con fines terapéuticos y religiosos desde la antigüedad.
Siglos más tarde, la civilización occidental adoptó el opio y el cannabis dentro de sus remedios medicinales. De hecho, tras los derivados del opio, el cannabis era el ingrediente más utilizado entre los medicamentos encontrados en la farmacopea europea y americana del siglo XIX.
Paralelamente a su uso medicinal, tanto el opio como el cannabis eran consumidos de forma recreativa causando graves problemas de salud a sus usuarios. Esto hizo que, finalmente, estos productos fueran considerados estupefacientes, prohibidos y retirados de la sociedad y la medicina durante el siglo XX.
Los beneficios del opio para la salud se descubrieron antes gracias a la identificación de la morfina y su descripción como potente analgésico.
Los beneficios del cannabis se están describiendo en la actualidad gracias a su descriminalización y legalización en países como Israel, Estados Unidos o Canadá…